domingo, 13 de enero de 2019


La Ronda y su Tradicional Canelazo Quiteño 


La Ronda, ubicada en el centro histórico de la ciudad de Quito, es sinónimo de historia, artesanías y diversión, especialmente en las noches. Este lugar se caracteriza por los diferentes aromas que se mezclan con el viento como el dulce olor a quesadillas, empanadas, los dulces tradicionales y el infaltable canelazo quiteño. A partir de las 19h00 esta bebida es acompañada con un show de música que entona notas tradicionales en los distintos bares y restaurantes. Usualmente, se la toma soplando, soplando y a sorbos. Es dulce y con sabor a aguardiente que tanto turistas como quiteños beben mientras de un ambiente cálido y una vista amplia de la carita de Dios.

Una cuadra al sur de la plaza Santo Domingo, ubicada en el patrimonio de la capital, se encuentra el restaurante “Los Geranios”, definido como un lugar ancestral, lleno de cultura e historia; con su gran patio de comidas y bebidas muy apetecidas y tradicionales en Quito. Una antigua leyenda quiteña decía que entre más patios tenía una casa , más jerarquía tenía la familia que la habitaba y entre más piletas, mejor apellido tenía la misma. Es así, que Los Geranios representa a una descripción en su totalidad de una casa adinerada.

Siendo una de las primeras casas del siglo colonial con una construcción de más de 475 años y 7 años de restauración, brinda la mejor atención y comodidad de sus diferentes espacios, los cuales se pueden destacar principalmente el salón principal, en donde podemos salir al balcón para así apreciar una amplia vista de la vía La Ronda; el lugar también cuenta con un lugar apartado, donde las parejas pueden disfrutar de una velada muy romántica con la compañía de la luz de la luna y el panecillo, así también su pileta principal que llama la atención de sus visitantes al ingresar a este sitio y que por las noches se enciende, dejando ver el recorrido de la historia colonial para dar paso a diferentes artistas y músicos. 

Pedro José Córdova, chef ejecutivo del restaurante, comenta que el nombre “Los Geranios” se debe a la bella y tradicional flor que posee un aroma agradable. Pero también es útil para alejar plagas como los mosquitos en el pequeño jardín del lugar. Por otro lado, comentó también que la gastronomía del Ecuador es muy amplia y mucho más en su negocio, menciona que su restaurante ha incorporado platos tradicionales con una pizca de sabor de diferentes lugares alrededor del mundo, creando una variedad de opciones para los paladares más exigentes con una sugerencia de postre, vinos variados o el clásico canelazo tradicional quiteño que podría amenizar aún más la velada.

El canelazo es una antigua bebida de la Sierra ecuatoriana, que más o menos debió surgir en la época colonial, entre los estratos socioeconómicos bajos y medios; principalmente, por su forma sencilla de elaborar. El canelazo fue muy apreciado por los indígenas y mestizos en la época colonial, y durante la época republicana se lo denominaba también “agua gloriada” o “agüita de azúcar”. Con el paso de los años, esta bebida fue tomando prestigio y las celebraciones giraban en su entorno durante la mayoría de fiestas en todos los pueblos y ciudades de la sierra ecuatoriana. Es importante entender que cuando comienzan a institucionalizarse las fiestas en Quito a partir de los años 60, el canelazo se torna en el eje fundamental de lo que representa la celebración.  En esos años la bebida era elaborada por las señoras del barrio y ofrecida de manera gratuita en los días de festejos. Ya en los años 70, aproximadamente, se comienza a comercializar esta bebida.

Carlitos, como le dice Pedro José a su amigo, nos sirvió el famoso canelazo, un vaso grande, en su interior un líquido amarillo, donde se podía sentir el aroma del licor con naranjilla y el humeante vapor que salía de la bebida. Como mencioné anteriormente, lo degusté soplando y a sorbos, se siente claramente el sabor a naranjilla y un toque de licor que nos deja con ganas de seguir probándolo. Es muy peculiar el sabor y muy caliente para el frío de la noche, dice Germán quien es cliente del lugar.


A pesar de ser temprano, Pedro José nos preparó una jarra de canelazo para degustar con unas empanadas de morocho y ají para un sabor más agradable. Normalmente, la fiesta se enciende a partir de las 16h00, pero por hoy haría una excepción. El sol no salía desde hace varios días y había que aprovechar el clima que cobijaba a la carita de Dios. Entre anécdotas y risas, llegó el momento de despedirnos de Pedro, pero estuvimos muy agradecidos por la cálida atención y con la promesa de un pronto retorno a ese lugar.

Al recorrer las vacías calles, pude darme cuenta que La Ronda es una zona desolada antes del medio día y los únicos locales que están abiertos, son aquellos que venden productos naturales, artesanías, restaurantes pequeños y una tienda que vende helados de paila. La visita fue amena y divertida, aunque el ambiente esté solitario, cuenta con una gran vista de la ciudad y sobre todo del panecillo. Me asombra lo grande que es Quito y la variedad de infraestructuras que posee, a pesar del congestionado tránsito, es un sitio de alta afluencia turística y gran variedad gastronómica que vale la pena conocer.

El canelazo es una bebida caliente muy tradicional, especialmente se lo puede disfrutar en La Ronda, ubicada en el centro histórico de la ciudad de Quito. Se lo toma soplando, soplando y a sorbos. Es dulce y con sabor a aguardiente que tanto turistas como quiteños beben mientras festejan la fundación española de la capital del Ecuador.


El historiador Javier Gomezjurado Zevallos relata que el canelazo es una antigua bebida de la Sierra ecuatoriana, que más o menos debió surgir en la época colonial, entre los estratos socioeconómicos bajos y medios; principalmente, por su forma sencilla de elaborar. El canelazo fue muy apreciado por los indígenas y mestizos en la época colonial, y durante la época republicana se lo denominaba también “agua gloriada” o “agüita de azúcar”. Con el paso de los años, esta bebida fue tomando prestigio y las celebraciones giraban en su entorno durante la mayoría de fiestas en todos los pueblos y ciudades de la sierra ecuatoriana.

La Ronda también es una calle que nos lleva a nuestro pasado indígena, y en esas ancestrales épocas no se llamaba La Ronda, como le nombraron los españoles o como la conocemos en la actualidad, si no que se supone que su nombre original fue la de “El Chaquiñán”, término que ahora se lo traduce como camino o sendero. Se presume que esta pequeña calle ya se encontró establecida y trazada hacia 1480, cuando los Incas llegaron por primera vez a Quito.

En la noche, la calle se ilumina y se vive un aire de fiesta, pero a lo tradicional. Los bares y restaurantes ofrecen música en vivo, como también deliciosa comida y bebidas.
La Rondalia Quiteña es uno de los primeros bares que está en la tradicional calle. Al ingresar, lo llamativo son las mesas (máquinas de coser antiguas, aquellas que tenían pedal con vidrio en la parte superior).

Otra de las curiosidades del bar es la bebida llamada “agua loca”, un brebaje elaborado a base de diez hierbas; empanadas de morocho y de viento, es uno de los platos típicos que se pueden degustar; restaurante El Horno de Leña, ofrece alimentos cocinados en leña, la especialidad son las gallinas de Pinllo; los canelazos, ideal para el frío, el canelazo es una mezcla de canela con licor. Otra opción para entrar en calor, es el vino de frutas, que también ofrece El Horno de Leña. La fruta se fermenta con miel, no se utilizan uvas, solamente mora o piña.

En el “Amazonazo”, “Poloniazo” y ahora el denominado “Guangüiltaguazo”, bailes tradicionales de las fiestas de Quito, se sigue manteniendo la misma esencia de festejar la fundación, de integrar a la gente, de unir a la comunidad, de socializar y donde no puede faltar el canelazo, una bebida con la que el cuerpo se sacude, abrigándose en las noches de fiesta y de bohemia, una bebida para ahuyentar el frío que llega con la noche, el viento o la neblina.


Gomezjurado Zevallos explica la importancia de entender que cuando comienzan a institucionalizarse las fiestas en Quito a partir de los años 60, el canelazo se torna en el eje fundamental de lo que representa la celebración.  En esos años la bebida era elaborada por las señoras del barrio y ofrecida de manera gratuita en los días de festejos. Ya en los años 70, aproximadamente, se comienza a comercializar el canelazo.

La Ronda es una de las calles más tradicionales que se encuentran en Quito, no solo por ser una de las más antiguas, o por haber sido cuna de pintores, escritores y poetas de los años 30; fue en las casas de esta estrecha calle en donde se escribieron canciones y pasillos y mismas que albergado a políticos, románticos y bohemios. Entre los personajes que habitaron en La Ronda en el transcurso del siglo XX se encontraron Faustino Rayo o Carlos Guerra o al Taita Pendejadas.


Su arteria principal es la calle Juan de Dios Morales, esta atractiva calle es el centro de la cultura quiteña en ella se pueden encontrar juegos tradicionales, centros culturales, restaurantes típicos, bares, puestos de información turística y cultural son algunas de las muchas atracciones que el sitio ofrece.




Las construcciones son modestas con balcones, con patios interiores, terrazas, con corredores y habitaciones que miran hacia un patio central generalmente empedrado, zaguanes, muchos de ellos con puertas de quicio, los muros de las casas son lisos y con pocas aberturas.




Mitad del Mundo


En la Mitad del Mundo en Quito se construyó un obelisco y un complejo monumental alusivos a la línea equinoccial, se levantan tesoros del arte, la arquitectura y la ciencia, en medio de paisajes que confrontan el verdor de la naturaleza y los matices de la modernidad. El monumento está coronado por una esfera metálica que representa a la Tierra.
El Ecuador terrestre es una línea imaginaria que divide al Planeta Tierra en dos hemisferios iguales, uno al Norte y otro al Sur.
Dirección
Autopista Manuel Córdova Galarza en la parroquia de San Antonio.
Fecha de Creación
En el sitio histórico de San Antonio de Pichincha, en el punto equidistante de los polos de la Tierra, el 2 de abril de 1979 el Consejo Provincial de Pichincha inició la construcción de este monumento, a base de hierro y cemento, revestido de piedra andesita pulida y recortada.
Descripción
En el año de 1936 el Comité Franco Americano auspicia la idea del geógrafo ecuatoriano Ing. Luís Tufiño y levanta un monumento en conmemoración de los 200 años de la llegada de la primera Misión en San Antonio de Pichincha, sitio donde nunca estuvieron los científicos franceses.
Este monumento histórico de 10 metros de altura estuvo ubicado en este sitio por 43 años hasta que, en 1979 fue trasladado a la población de Calacalí a 7 Km al Occidente por donde también atraviesa la Línea Ecuatorial.
Se lo denomina Monumento Ecuatorial por su forma piramidal – cuadrangular con sus cuatro monolitos en los ángulos. Tiene la orientación geográfica de los cuatro puntos cardinales y se encuentra localizado en la Línea Ecuatorial de latitud cero grados cero minutos y cero segundos.
El monumento actual tiene un mirador, que fue construido el año 1982 y es una réplica del que existió desde 1936 que hoy se encuentra en Calacalí. Al llegar a la zona del monumento en la mitad del mundo se encuentra el proyecto turístico que es la representación de un pueblo colonial.
Al llegar al sitio, podrá observar un Quito Colonial en miniatura que llama la atención de todos quienes la visitan.


Atractivos
Museo Etnográfico Mitad del Mundo: Dentro del monumento hay un pequeño museo que muestra elementos de la cultura indígena de Ecuador, como vestimenta, descripciones de los diversos grupos étnicos, y muestras de sus actividades. 
Al este del monumento se encuentran bustos tallados en piedra de los miembros de la Misión Geodésica.
Encontrará también varios pabellones pertenecientes a los países que tuvieron participación en este evento histórico y que han sido invitados a exponer sus recursos científicos y sus referencias históricas: Ecuador, Francia y España.
Se ha invitado también a Alemania, por su constante interés y los destacados científicos que vinieron al Ecuador como Humboldt que llegó a nuestro país en 1802.
Insectarium: Un lugar donde se puede observar una gran variedad de insectos y mariposas provenientes de todo el mundo con sus respectivos nombres científicos, lugar de hábitat y origen.

Dentro de la Ciudad Mitad del Mundo existen cuatro pabellones con exposiciones permanentes. El Pabellón Guayasamín el cual posee una exposición de diferentes obras del famoso pintor ecuatoriano Oswaldo Guayasamín.


Otro de los pabellones es el Pabellón de Francia, donde se encuentra el Museo Geodésico Francés. En este se exhibe toda la información sobre los estudios de la Misión Geodésica e información sobre la Academia de Ciencias de París. También está el Pabellón del Sol donde se expone información sobre las ciudades de Guayaquil y Cuenca, las dos ciudades más importantes del Ecuador aparte de su capital, Quito.
Existen más atractivos turísticos permanentes como: el Planetario, una maqueta de todo el Quito colonial en miniatura, y el Insectarium que es el Primer Museo Entomológico del Ecuador, donde se está recopilando toda la inmensa y diversa entomofauna existente en Ecuador. Hay exposiciones de insectos vivos y disecados.
Además, de estas atracciones permanentes, los fines de semana y festivos siempre se realizan festivales musicales, presentaciones de danza y otras expresiones artísticas en la plaza del pueblo.
Los orígenes de la Ciudad Mitad del Mundo se remontan a la Primera Misión Geodésica la cual llegó a nuestro país con el propósito de realizar estudios y determinar la exacta curvatura del planeta. Esta misión, liderada por el científico francés Charles Marie de la Condamine y de la cual era miembro el científico ecuatoriano Pedro Vicente Maldonado, determinó por donde pasaba la línea ecuatorial.

Aunque ésta misión nunca llegó a pisar el lugar donde ahora se encuentra la Ciudad Mitad del Mundo, dos cientos años después, el geógrafo ecuatoriano Luís Tufiño dio la idea al Comité Franco-Americano de construir un monumento en memoria de la Misión Geodésica. Se levantó uno de diez metros de altura, de estructura idéntica al actual monumento de la Mitad del Mundo, en la ciudad de San Antonio de Pichincha, la misma que está al oriente de la atracción turística de la cual hablamos.

Para 1979 inició la construcción del actual monumento y de la ciudad a su alrededor. El monumento anterior fue movido 7 km. al oeste, a la ciudad de Calacalí y la construcción de todo el complejo turístico se concretó para 1982.

Actualmente, la tarifa de ingreso es de $2 para adultos y $1 para niños, tercera edad y discapacitados. Hay un parqueadero a disposición de todos los visitantes el cual cuesta $1,50 sin límite de tiempo. Estudiantes de nivel pre-primario, primario y secundario que asistan en grupo tienen la entrada libre de lunes a viernes. El horario de atención es de lunes a jueves de 9h00 a 18h00, de viernes a domingo y feriados de 9h00 a 19h00.


Su atracción principal es el monumento a la Mitad del Mundo. El actual tiene 30 metros de altura y alberga en su interior al Museo Etnográfico de la Mitad del Mundo, donde se exhiben diferentes exposiciones de todas las etnias y culturas que viven en Ecuador. Este museo es actualizado permanentemente en colaboración con el Banco Central del Ecuador. El costo de la entrada es de $2.00 adultos, $1.00 niños y $3.00 extranjeros.


Dentro de la Ciudad Mitad del Mundo existen cuatro pabellones con exposiciones permanentes. El Pabellón Guayasamín el cual posee una exposición de diferentes obras del famoso pintor ecuatoriano Oswaldo Guayasamín. Además posee una muestra de bienes culturales del Ecuador, es decir, piezas de arte precolombino, y arte colonial de la Escuela de Quito, Caspicara, Pampite, entre otros. Estos bienes culturales, patrimonio del Ecuador, se encuentran a cargo de la Fundación Guayasamín, creada en 1977 por el Maestro y sus hijos, quienes son los encargados de mantenerla ahora.

Para llegar a la Mitad del Mundo debe tomar el sistema Metrobus hacia el norte de Quito. En la estación final de La Ofelia debe tomar el bus integrado "La Mitad del Mundo" el cual por unos pocos centavos lo dejará justo en la entrada.
La Mitad del Mundo abre sus puertas de lunes a jueves de 09h00 a 18h00, y de viernes a domingo de 09h00 a 19h00. Su tarifa de ingreso es de $ 2,00 USD. Posee museos, tiendas de artesanías y recuerdos, además de numerosos eventos artísticos los fines de semana.

El sitio es administrado por el Consejo Provincial de Pichincha, entidad que se encarga de su mantenimiento, de la asignación de locales a los arrendatarios, la programación de los shows artísticos que se presentan los fines de semana en el sitio, entre otras tareas. El lugar muestra una visión integral sobre la Misión Geodésica, la importancia de sus hallazgos, los conocimientos astronómicos de los pueblos aborígenes, las festividades en torno a la adoración al sol, además de ofrecer una muestra de la comida tradicional.


Las visitas a la Mitad del Mundo cambiaron incluso para los operadores de turismo. Ahora se apuesta a anexar otros lugares para los viajeros. Diego Vaca, presidente de la operadora de turismo EOS Ecuador, explicó que se realizan paquetes para que los turistas tengan la oportunidad de conocer otros sitios cercanos a la Ciudad Mitad del Mundo como el Pululahua y Yunguilla. En esta comunidad se realiza turismo comunitario, hay una variedad de especies como el puma negro, un orquideario y hospedaje, explicó. 



La Ciudad Mitad del Mundo luce un rostro renovado. Nuevos museos, más actividades interactivas, presentaciones culturales y promociones de ventas son algunas modificaciones en este espacio turístico tradicional de Quito. Este paquete de cambios no ha logrado atraer a más turistas.

El Misterio de la Plaza de San Francisco de Quito

¿Qué sería de Quito sin sus palomas en la Plaza de San Francisco?, ¿Qué sería de ellas si no están los ancianos que las alimentan?, ¿Qué sería de esta Plaza sin sus turistas que llenan los graderíos y toman un sinnúmero de fotografías? ¿Qué sucedería sin el padre que da la misa y los fieles que acuden a ella?. Sin duda, no existiría una historia para contar.

San Francisco de Quito es una iglesia llena de leyendas, tradiciones y una cultura establecida. Su iglesia refleja las historias que guarda el Centro Histórico de Quito o como muchos la llaman “carita de Dios”. Los relatos que se escuchan, llaman la atención y hacen que las iglesias y lugares del sector sean más interesantes, existiendo así un misterio por descubrir.



Cuenta la leyenda que Francisco Cantuña fue designado para acabar el atrio; es decir, la fachada de lo que actualmente es la Iglesia de San Francisco de Quito. El indígena, Cantuña, tuvo un tiempo límite para terminarla; sin embargo, un día antes de que se terminara su tiempo, empezó a sentirse completamente desesperado porque todavía le faltaban muchos ladrillos que colocar y detalles por completar.

En su gran momento de temor, frente a la iglesia, Cantuña decidió convocar al diablo y hacer un pacto con él, el cual consistía en algo muy sencillo, el diablo tenía que acabar de acomodar todos los ladrillos restantes y, cambio, él tenía que entregarle su alma; pero, como en todo acuerdo siempre hay una condición, en este caso consistió en que si el diablo no terminaba el atrio completo, así faltara solamente un ladrillo o una sola piedra, él no podría reclamar su alma. Después, de hacer el acuerdo, el diablo de inmediato decidió llamar a todos sus ayudantes para que lo ayuden a distribuir los ladrillos por todos lados. Cuando Cantuña se dio cuenta de que estaban a punto de terminar el atrio se le ocurrió el plan de desaparecer un bloque y esconderlo muy lejos para que no se dieran cuenta.

Cuando el diablo y sus diablillos estaban convencidos de que habían terminado, Cantuña empezó a inspeccionar todo el atrio y le hizo ver al diablo que faltaba una piedra. El diablo atónito, se dio cuenta de que era verdad, que ese bloque estaba ausente. Desconcertado y furioso se fue de repente con sus trabajadores, insultándolos en el camino de regreso al infierno. Así fue como Francisco Cantuña salvó su vida.

“La viveza criolla” mencionó el actual guía del museo de la iglesia, Daniel Urrestra, después de contar la historia de Francisco Cantuña a los extranjeros quienes quedaron asombrados y emocionados durante su visita al museo.

Cuando el guía mencionó que podían observar la piedra faltante en forma de cuneta a la entrada de la iglesia, todos salieron al instante a contemplarla y, efectivamente, de los siete bloques de piedra que están al lado izquierdo, en el lado derecho solamente hay seis. El espacio vacío se encuentra cubierto por cables negros para disimular su ausencia.


¿Realidad o coincidencia? Como dice Doña Clara, vendedora de objetos y piezas representativas de la iglesia, que se encontraba en su local ubicado en las afueras del atrio. Doña Clara vende objetos como: figuras de diablillos, casas antiguas, figuras de la Virgen María, ángeles y estampillas con el rostro de Jesús. Frente al relato, doña Clara manifestó que solamente es una gran coincidencia, pero definitivamente ese cuento de Cantuña y el diablo atrae a muchos turistas. 

Mientras uno camina por las calles del Centro Histórico de Quito, se siente la presencia alborotada de las palomas por la Plaza. Un hermoso recorrido nos conduce hacia la Plaza de San Francisco caminando por la calle Cuenca, pasando la plaza de la Merced, si un transita en sentido Norte- Sur y llegando a la calle José de Sucre donde se encuentra la majestuosa Plaza, inigualable por su arquitectura y su tamaño.

Las construcciones actuales del metro de Quito dificultan un poco el acceso y la visibilidad, si uno circula por la calle Benalcázar y Bolívar, donde se encuentra la famosa Casa Gangotena, catalogada como   el mejor hotel del Ecuador en el año 2015.

La Plaza de San Francisco se encuentra bordeada actualmente por un cerramiento donde los visitantes pueden hallar cualquier tipo de información, una de ellas es la leyenda de Cantuña en español e inglés, la misma que da más apertura para que las personas conozcan la historia.

Lo primero que se puede apreciar en la Plaza de San Francisco es la gran cantidad de palomas que se encuentran posadas en el suelo de la entrada de la iglesia, que al momento que alguien pasa en medio de ellas salen volando todas juntas y forman un verdadero paisaje, pero todo es cuestión de percepción.


Un señor que tomaba fotos en la Plaza dijo: “Estas palomas son las ratas del cielo, porque se comen toda la basura”. Por otro lado, una señora sentada justo en la gran puerta de madera, a la entrada de la iglesia, las alimentaba con pan y maíz, decía: “Compren migajas de pan o granitos de maíz para nutrirlas.” Carolina, una señora que frecuenta la Plaza de San Francisco, le compró a la señora migajas de pan para que sus hijos alimenten a las palomas. 

Ella comentó que a “sus guaguas” les gusta venir a la plaza para alimentar a las palomas y, en ocasiones correr por la plaza y sentir a las palomas pasar por su cuerpo. Al momento de entrar a la iglesia se puede admirar todas las pinturas y figuras impregnadas en las paredes. El color que predomina definitivamente es el dorado, denominado “pan de oro”. Una voz fuerte que decía: “Por mi culpa, por mi culpa, por mi gran culpa” llamó la atención de los turistas que entraron, había ya empezado la misa y ellos se acercaron de forma discreta para no interrumpir, puesto que querían fotografiar y observar cada detalle y elemento a profundidad.




Los turistas podían apreciar cuadros pintados, personajes católicos enmarcados en arcos dentro de la capilla, siendo éstos el enfoque principal. La iglesia parece ser un laberinto sin acabar que, en cuanto uno se da la vuelta, encuentra diferentes particularidades que representan cada memoria y trayectoria de Quito.

Al salir de la iglesia, hay un museo en donde se puede encontrar diferentes adornos para el hogar y pequeñas historietas que hablan sobre la historia de Francisco Cantuña y del largo trayecto de la iglesia.

Debajo de la iglesia hay unas pequeñas tiendas y restaurantes que son visitados por los turistas después de explorar la iglesia. Allí, pueden degustar y conocer la cultura gastronómica   del       Ecuador, acompañada de bebidas típicas como son: el vino hervido, el morocho, la colada morada y el famoso canelazo.

A pesar que el clima estaba nublado, había gran afluencia de personas que anhelaron pasar su mañana del día sábado sentados en el graderío de la Plaza disfrutando de un buen cevichocho, visitando tiendas o simplemente tomando un café caliente en el restaurante Tianguez, que se encuentra junto al lado derecho de la  iglesia.

Este restaurante ofrece comida típica a los visitantes y un rato agradable en familia. Abel, mesero del bar- restaurante, comentaba a los turistas ,en inglés, mientras se servían un vino hervido, en esa mañana fría de Quito, datos históricos sobre la antigua plaza.


Abel, comentó que la Plaza de San Francisco en sus primeros años era una plaza donde las personas realizaban trueques con animales. Les recomendó asistir a los turistas al museo para recibir mayor información acerca de las memorias de San Francisco de Quito. Una de ellas es que debajo de la tienda, que está al lado del museo de la iglesia, están las catacumbas, un espacio subterráneo en el que se encuentran personajes históricos enterrados desde hace muchos años atrás. Esto, es un símbolo de honor y solamente está abierto al público en el día de los muertos, es decir, el dos de noviembre de cada año.




Finalmente, los turistas se despiden de la iglesia llenos de nuevos aprendizajes e historias sobre la cultura quiteña que marca y representa todos los ciudadanos que habitan en la capital. ¿Qué sería de Quito sin sus palomas en la Plaza de San Francisco?, ¿qué sería de ellas si no están los ancianos que las alimentan?, ¿qué sería de esta Plaza sin sus turistas que llenan los graderíos y toman un sinnúmero de fotografías? ¿qué sucedería sin el padre que da la misa y los fieles que acuden a ella?. Sin duda, no existiría una historia para contar.


Ha funcionado como mercado popular, espacio de concentraciones militares y políticas, y como lugar de encuentro y recreación sociales. Se debe mencionar además un elemento arquitectónico destacado: la magnífica escalera cóncavo-convexa que comunica la plaza con el atrio, en el que resalta la bella fachada manierista - barroca del templo mayor, origen de distintas soluciones de arquitectura americanas y cuyo diseño se inspira en uno de Bramante según uno​ y de Bernini según otros.







El Panecillo

El Panecillo es un tradicional montículo precolonial, convertido en un mirador natural de la ciudad ahora adornado por el monumento a la Virgen de Quito esculpida por Bernardo de Legarda en los 70s, que es el principal punto de observación de la ciudad.
La estatua tiene 31.50 m de altura, es considerada la más grande del Ecuador construida en aluminio y está compuesta de más de 7000 piezas.
Para subir hasta el mirador a pie, puede utilizar una de las vías más importantes que parte desde la calle García Moreno; si el ascenso lo hace en un vehículo, puede avanzar utilizando la avenida Melchor Aymerich, que es la única vía que lo comunica con la cúpula.
En 1976, el artista español Agustín de la Herrán Matorras realizó en aluminio el monumento a la Virgen María que se encuentra en la cúspide del cerro. Está compuesto por siete mil piezas y es considerado como la mayor representación de aluminio del Ecuador.
El pequeño montículo que se encuentra enclavado en la ciudad de Quito recibió este nombre de los conquistadores españoles, pero parece que su nombre auténtico en quichua es "Shungoloma" que significa "Loma del Corazón".
Es una referencia para los quiteños porque marca la división entre el sur y el centro de la ciudad; aún mantiene el legado de la época incaica porque allí se encuentra la Olla del Panecillo, una especie de cisterna circular de ocho metros de profundidad que fue utilizado para el riego de sembríos.




En la parte inferior del monumento a la Virgen, se puede apreciar el portal de la Olla que abre la plazoleta de acceso al mirador y que forma parte del sendero que utilizan los visitantes para apreciar la ciudad y sus alrededores.
La Virgen del Panecillo: En la cima, dominando la ciudad se levanta la moderna estatua de la Virgen de Quito, obra del escultor español Agustín de la Herrán Matorras quien tomó como modelo la imagen de la Virgen alada que se encuentra en el templo de San Francisco, obra de Legarda, escultor de la época colonial.
La Olla del Panecillo: Cerca de la cima puede observarse la llamada "olla del Panecillo" que no es sino una cisterna para recolección de agua construida por los españoles.
El Mirador: Desde el mirador de Panecillo se aprecia el inmenso contraste entre la ciudad vieja y la ciudad moderna. Lo único que no ha cambiado con el pasar del tiempo es el cielo, que siempre será de un azul transparente, es decir un azul quiteño.
Origen del nombre Panecillo
Se dice que el Panecillo se llama así porque a los primeros españoles les pareció que aquel cerro tan redondo y armonioso, que se levantaba en el corazón de Quito, era igual que un pan, un panecillo de miga blanca y apretada, de esos que los panaderos de Sevilla o Andalucía horneaban para luego inundar las calles con su olor irresistible.
Muertos de nostalgia, los españoles bautizaron el pequeño cerro como El Panecillo, en una tierra en que no se conocía el pan que ellos añoraban, pues aún no había trigo, seguían extrañando esos panecillos calientes, acompañados de vino tinto, que años más tarde el gran Velásquez se encargaría de pintar en un lienzo donde un niño parte, desde hace siglos, un sabroso pedazo de pan.
En el libro Leyendas del Ecuador, de Edgar Allan García se cuenta una interesante leyenda la cual se narra a continuación:

Antes de que llegaran los españoles, este sitio era conocido como Yavirac, y ahí, sobre su cima, los indígenas anteriores a los incas, y más tarde los incas que invadieron estas tierras, festejaban el Inti Raymi, la gran fiesta del Sol. Así, el 21 de junio de cada año, los indígenas de distintas regiones se reunían en el Yavirac para cantar, bailar, beber y alabar, en una ronda de alegría, al altísimo señor del cielo que moría cada tarde y renacía cada mañana, al generoso Inti.




Pues bien, según la leyenda Atahualpa (que en realidad se llamaba Atabalipa) había mandado construir en la cima del Yavirac un templo de oro puro. Motivo por el cual luego de que los españoles mataron al Inca Atahualpa (que en ese entonces tenía 33 años), marcharon a toda prisa hacia Quito con ansias de repartirse el Templo de Oro que estaba en la cima del Yavirac.
Los españoles que sudorosos y cansados subieron a la cima del Yavirac se encontraron con que no había ni una sola pepita de oro sobre la tierra seca, el Templo del Sol había desaparecido como por arte de magia. Pero lo que no sabían, ni supieron nunca que dentro del Yavirac, en el corazón del cerro, entrando por caminos secretos llenos de arañas ponzoñosas y alacranes gigantescos y desfiladeros llenos de trampas mortales, se encuentra el Templo del Sol, cuidado por cientos de doncellas hermosas que no envejecen nunca y por una anciana sabia quién presuntamente es la mismísima madre de Atahualpa.
Además, la leyenda dice que: si logras encontrar la entrada, y luego de salvarte de los peligros que te esperan, llegas por fin a la morada de la anciana, tienes que pensar muy bien en lo que dices y haces. Si la anciana te pregunta mirándote fijamente a los ojos ¿qué buscas en esos recintos sagrados?, tienes que decir que eres pobre, que has ido a dar ahí por accidente, que sólo buscas la salida y que juras nunca revelar la entrada secreta a aquel templo.
La anciana entonces se levantará de su trono de oro macizo; te hará escoger entre una enorme piedra de oro, más un puñado de perlas, rubíes y esmeraldas que están sobre una mesa, y una tortilla de maíz, una mazorca de choclo tierno y un pocillo con mote jugoso que están sobre otra mesa. Piénsalo bien, pues si escoges la primera mesa, es probable que al salir te encuentres con que en vez de riquezas sólo llevas un pedazo de ladrillo y unas cuantas piedras comunes en las manos.

Y es probable también que, si escoges los alimentos que se encuentran sobe la segunda mesa, la tortilla se convierta de pronto en un enorme pedazo de oro sólido, el choclo tierno en numerosas pepitas de plata y el pocillo con mote en gran cantidad de perlas brillantes. Escoge bien, porque es probable que suceda también al revés, y que una vez afuera ya no haya forma de volver atrás.





El Panecillo es una elevación natural de 3.000 metros sobre el nivel del mar, fue bautizada con este nombre por su parecido con un pequeño pan; está enclavada en el corazón mismo de la ciudad de Quito. Es uno de los sitios más visitados de la ciudad. Por su ubicación se ha convertido en el más importante mirador natural de la ciudad, desde el que se puede apreciar la disposición urbana de la capital, desde su centro histórico y hacia los extremos norte y sur.
El lugar recibió su nombre de los conquistadores españoles, pues antes era llamado por los aborígenes como “Shungoloma” que en quichua significa “loma del corazón”. En la época pre incaica, en este sitio existió un templo de adoración al sol, llamado “Yavirac”, el cual fue destruido por Rumiñahui mientras resistía con sus tropas al avance español.
Como vestigio de la época incaica en este sector encontramos “la Olla del Panecillo”, que es una especie de cisterna circular de ocho metros de profundidad que se llenaba de agua lluvia que era utilizada para el riego de los sembríos del lugar. En tiempos de la colonia el agua que aquí se recolectaba servía para el riego de los jardines de la mansión de Bellavista y luego fue utilizado como sitio de defensa de las tropas coloniales durante la batalla libertaria del Pichincha, el 24 de Mayo de 1822.
Durante toda la época colonial el Panecillo marcó el fin de la ciudad por el extremo sur, y por ello los viajeros que llegaban desde ciudades como Ambato, Guayaquil, Latacunga, Lima o Cuenca sabían, al divisarlo, que su llegada a Quito era cuestión de un par de horas nada más. El cerro tenía una parte boscosa, en especial en el costado sur.

El Panecillo está coronado actualmente por una escultura gigante de aluminio de la «Virgen de Quito», creada en 1975 por el español Agustín de la Herrán Matorras, el cual se basó en la Virgen de Legarda o Apocalíptica; obra del siglo XVIII de Bernardo de Legarda, uno de los más importantes representantes de la Escuela quiteña, la cual la podemos ver en el altar mayor de la Iglesia de San Francisco.



La Majestuosa Virgen de Quito, está compuesta por siete mil cuatrocientas piezas, numeradas cada una de ellas, por lo cual se la pudo unir como un rompecabezas; esta es la mayor representación de aluminio en todo el mundo y ocupa el lugar 58 entre las imágenes más altas del mundo, es incluso más alta que la imagen de El Cristo Redentor de Brasil.
El 4 de noviembre de 1955, se da el permiso para realizar los cimientos o base del monumento, se ve la base, la misma que tiene una altura de once metros, está hecha de piedra y cemento armado, conformada de 18 columna que representan a las provincias que hasta ese año tenía el Ecuador.
El Padre Rigoberto Correa es el ejecutor de la obra. Ésta fue inaugurada el 28 de marzo de 1975 con una misa campal a la que asistieron 1500 personas que subieron en peregrinación desde la Basílica del Voto Nacional (era una pre inauguración, pues todavía faltaban ensamblar las alas).
En el mes de septiembre de 1975, se acaban de colocar las alas. El material en el que está hecho el monumento es el "peraluman 3" que es una aleación de platino el aluminio, estaño y otros metales, estas piezas están soldadas con pequeñas piezas de platino y ajustadas con pernos.
La escultura representa a la Virgen María tal como se la describe en el libro bíblico del Apocalipsis: una mujer con alas, una cadena que apresa a la serpiente que tiene bajo sus pies y que representa a la bestia. Es por ello que además de los nombres de Virgen de Quito ó Virgen de Legarda (por el escultor de la obra original), esta estatua también es llamada Virgen del Apocalipsis.